Hace un par de semanas, me lancé a sacar las nuevas placas de mi Jeep rojo, al que llamo Atún. No sé si alguno de ustedes ha hecho este trámite en la CDMX, pero déjenme decirles, es larguísimo. Después de estar esperando por más de dos semanas, por fin me encontré en fila para recibir las placas... y ahí empezó lo interesante.
De repente, la fila dejó de avanzar. Empezaron a preguntar quiénes éramos los propietarios de los autos, y casi todos los que estaban delante de mí resultaron ser gestores (no dueños de los carros). Yo, orgulloso, les dije que sí era el propietario de mi Jeep. Entonces, me explicaron que se habían terminado las placas de la serie anterior y ese día iban a entregar la primera placa de la nueva serie: la A01-AAA. ¡Sí, la primera!
El secretario de la SEMOVI me preguntó qué año era mi Jeep. Le dije que es de 1980 y, al instante, vi cómo se desanimaba. Me comentó que querían darle esa primera placa a un carro nuevo. ¡Imagínense! Pero yo no estaba dispuesto a dejar pasar esa oportunidad. Así que, ni lento ni perezoso, empecé a hacer mi "labor de ventas".
Les dije algo así: "Mira, si se la dan a un carro nuevo pero sencillo, como un Matiz, nadie va a voltear a ver las placas. Pero el mío es un Jeep CJ5 rojo, ¡en donde sea que lo vean, lo voltean a ver! Además, cuando lo vean, notarán que son las primeras placas de la nueva serie. En 20 años, mi carro va a seguir siendo un clásico, mientras que los otros de este año ya serán chatarra. Así que les conviene darle las placas a mi Jeep".
Saqué algunas fotos de Atún y terminé de convencerlos. ¡Y vaya que funcionó! Al final, en una conferencia de prensa, me entregaron las primeras placas de la nueva serie de la CDMX. ¡Misión cumplida!
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