El 7, 8 y 9 de septiembre de 2018, Jonathan y yo nos lanzamos al hackathon de BBVA en CDMX. La mayoría de los equipos tenían entre 5 y 8 personas, pero nosotros queríamos demostrar que un ingeniero súper senior puede hacer lo que 10 ingenieros normales no pueden. Aunque éramos dos, cada uno decidió tomar un reto por su cuenta: Jonathan eligió mejorar la experiencia de usuario en los cajeros de BBVA, y yo me fui por la implementación de pagos por QR.
Fueron tres días intensos de trabajo sin parar, casi como animales. Mi implementación de pagos por QR terminó siendo algo mucho más robusto de lo que había imaginado inicialmente: desarrollé un SDK para Android, otro en JavaScript, un plugin para Prestashop (el e-commerce open-source más utilizado), una API para los desarrolladores y un protocolo seguro para enviar notificaciones de pagos a través de sockets. Sí, básicamente creé todo un ecosistema de pagos en un fin de semana.
Al final, me dieron una mención honorífica por la magnitud del desarrollo. Pero el primer lugar... se lo dieron a un proyecto que me dejó perplejo. ¿El ganador? Un punto de venta que usaba la API de "voice to text" de Android, para que el cajero, en vez de seleccionar productos, le hablara al sistema diciendo cosas como "agrega 3 cocas de 600 ml". Según los jueces, eso era lo más innovador que habían visto, y decían que BBVA lo implementaría en unos meses.
La realidad es que esa solución era lo más impráctico que te puedas imaginar. ¿De verdad creen que es más eficiente que el cajero le hable al punto de venta en vez de simplemente escanear el código de barras? Además, para que funcione, el inventario tiene que estar registrado correctamente, así que ¿por qué no mejor usar el código de barras directamente o el número de producto? Técnicamente, era una tontería, y para el usuario final no solucionaba nada. De hecho, lo hacía más lento y complicado.
Ver que un proyecto tan poco práctico y sin ninguna innovación real ganara, me hizo reflexionar sobre quiénes están evaluando en estos eventos. Me di cuenta de que, al parecer, ya cualquier persona sin criterio puede ser juez en un hackathon. Honestamente, eso me llevó a reconsiderar participar en más de estos eventos. Si lo que buscan es innovación superficial o “wow” momentáneo, mejor me quedo trabajando en proyectos serios desde la comodidad de mi casa, donde sé que puedo hacer algo útil y ganar dinero seguro sin depender del juicio erróneo de otros.
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